///Para un día como hoy, tres fragmentos de ‘Escuchando al juez Garzón’ ///

Posted on febrero 10, 2012

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Hoy las portadas de  los periódicos son como uno de esos chistes que empiezan por «¿Qué es el colmo de…? El Tribunal Supremo condena a Garzón a once años de inhabilitación por prevaricación. Absurdo. ¿Y qué hago yo hablando de esto en un blog tan modernillo? Pues no es tan absurdo: hablar de Garzón viene al caso porque participé en la transcripción del documental que le dedicó Isabel Coixet el año pasado para que pudiese ser presentado en la Berlinale. Hoy creo que es necesario detenerse en las frases que dijo entonces el magistrado, pensando en el peso que tiene sobre ellas esta actualidad tan agria. Por eso he pedido permiso para ponerlas aquí.

Os dejo tres fragmentos de la charla que mantuvo Garzón con Manuel Rivas ante las cámaras. A la orden del día están.

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ESCUCHANDO AL JUEZ GARZÓN. Un documental de Isabel Coixet

LO LEGAL Y LO JUSTO

Tendemos a ver la justicia como una buracracia, como una maquinaria o como una abstracción, pero al final quienes dan los pasos son personas concretas. Sin esa voluntad personal, sin ese factor humano, ¿se hubieran dado esos pasos? ¿No le han dicho a usted “pero cómo se mete en esto” incluso en el propio ámbito de la justicia?

Pero eso siempre ocurre. Aquel que toma una decisión de comprometerse, sea del ámbito de la justicia o sea de cualquier otro ámbito va a tener críticos, normalmente gente que no tiene poder, que le va a decir “qué bien, menos mal. Había que hacer esto”, pero luego va a tener detractores ilustrados. Va a tener gente que dice “¡¿Cómo es posible?! ¡Esto no puede ser! ¡¿Dónde vamos a ir a pasar?! ¡¿Y nuestras relaciones?! ¿Dónde está la lógica de las actuaciones para que no perjudique al interés de España o de los ciudadanos?”. Bueno, eso es normal… Pero la única forma que yo he ido aprendiendo con el tiempo de hacer frente a este tipo de fenómenos complejos que afectan a la seguridad de los ciudadanos (crímen organizado, la corrupción, terrorismo, etcétera) es enfrentándote a ellos, pero no hacerlo como una especia de Ivanhoe, no es eso. Hay que actuar en forma inteligente y si se utiliza por parte de ellos la complejidad, nosotros desde el Estado de Derecho, las instituciones, tenemos que actuar en forma igualmente compleja, una forma equivalente. Si hay una acción global del terrorismo y nosotros actuamos solamente en forma local o parcial nunca vamos a conseguir avanzar. Si el blanqueo de dinero, que es lo que vertebra a la criminalidad organizada, se expande nacional e internacionalmente y va penetrando por las fisuras de las instituciones y produce procesos de corrupción y demás, nosotros tenemos que ser conscientes de eso, y no solamente tener normas adecuadas, sino la voluntad de aplicarlas en España y fuera de España en coordinación. Por tanto, sí que depende de las personas, evidentemente. Una norma interpretada por una persona que no quiera complicarse puede ser legal, pero desde mi punto de vista no es justo. Y una persona que se enfrente a esa norma y a su interpretación e intuya que puede ir más allá es el ejemplo que yo siempre he procurado seguir.

EL CASO GÜRTEL

Señor Garzón, los medios de comunicación independientes resumen su caso con el epígrafe “acoso”, “el acoso al juez Garzón”. No le pregunto ahora sobre fechas concretas, sino sobre percepciones: ¿Cuándo empezó para usted todo esto?

A mí no me gusta hablar de acoso, aunque alguna vez he mencionado la expresión “persecución” o “intención de acabar con una persona y con su posición de juez”, eso es evidente. Hay una fecha que para mí es determinante, y es cuando estalla o se conoce el denominado Caso Gürtel. A partir de ahí y con aquella mascarada que montaron determinados medios de comunicación en torno a la cacería y cómo se utilizó que si era para confabular y demás (por su propio peso se cae…), fue el momento en el que comenzaron un acoso y una persecución implacable: en la vida privada, en la vida profesional, con denuncias y querellas constantes… Sólo porque estaba investigando la corrupción; porque estaba investigando delitos graves de blanqueo de dinero; porque estaba ejerciendo mi facultad y mi obligación como juez, nada más. Nada más. Y se escenificó toda una parafernalia en contra del juez porque estaba investigando.

Sea coincidencia histórica o no, lo cierto es que en ese periodo, poco tiempo después de febrero de 2009, cuando comienza la sucesión de: denuncia ante el consejo, primera querella (franquismo), segunda querella (que es una reedición del tema de Nueva York cuando ya había sido archivado), querella del tema de las intervenciones en las comunicaciones de los imputados en el caso Gürtel… y una concatenación de hechos que se van sucediendo que desde luego si no tienen nada que ver unos con otros pues hay un cúmulo de casualidades bastante llamativo, ¿no?

Claro, a estas alturas pues puede uno decir que nada sucede por casualidad si además añadimos que la doctrina para la admisión de querellas se ha cambiado cuando se ha tratado de mí. Si en algún caso las investigaciones previas se han de… En el caso de la querella como en el caso de Nueva York se le da entrada a los querellantes, a quienes no se le había admitido todavía la querella. Yo pido personalmente que… Y me dicen que no, que después de que se admita la querella ya tendré tiempo de defenderme. Si se van admitiendo o se abre incluso la posibilidad de juicio con parte de una causa secreta sin posibilidad de defenderme, si se me deniegan sistemáticamente todas las pruebas que voy pidiendo para defenderme, para tratar de demostrar lo que tendrían que demostrar los acusadores, mi culpabilidad, y yo estoy tratando de demostrar mi inocencia, si se están utilizando casi dos años para que se celebre el juicio de la memoria histórica porque desde abril de 2009 a febrero o marzo o cuando sea que me van a juzgar… Dos años… ¡Dos años! ¡En un caso en el que no tienen nada que investigar y que además ha sido denegado todo!

¿Esto a qué responde? No soy yo quien tiene que decir. Solamente analicemos la situación, que cada uno saque sus consecuencias. Yo lo único que he pedido es que me juzguen, que me juzguen ya para poder defenderme, aunque visto lo visto va a ser bastante limitadamente, pero por lo menos para saber dónde estamos, ¿no?

Todo es muy llamativo. Algunas veces me han preguntado, y algunas veces me han dicho: “¿Usted se siente condenado?”. Hombre, sentirme condenado, sí. Estar condenado, no. Es diferente. Pero desde luego por lo que estamos viendo sí me siento condenado. Un tribunal que admite la querella, hace acto de instrucción y me va a juzgar también… ¿Qué perspectivas tengo? Pues son bastante complicadas, ¿no? Ahora, ¿estoy condenado? No. ¿Tengo energías para seguir en la pelea? Sí. Y lo voy a hacer.

La investigación está demostrando la gravedad del caso Gürtel, que usted inició como instructor pero que ahora está en manos de otro instructor y que va avanzando con nuevos datos que vamos conociendo. Y usted también comentaba que le parece relevante en cuanto a que ha afectado a su propia situación el haber iniciado esa investigación. ¿No revela también algo muy preocupante que es la percepción que tiene mucha gente, especialmente gente con responsabilidad, digamos, de las élites, respecto de lo que puede significar para un país la corrupción?

Mire, la corrupción es el cáncer de la democracia. Democracia y corrupción deberían ser incompatibles. Corrupción y dictadura: la propia dictadura en sí es una corrupción, son términos que pueden ir engarzados y del brazo permanentemente. Pero en democracia no debería ser así. Y ante el planteamiento que hay, siempre, tradicionalmente… Es decir, asumamos unas cuotas determinadas de corrupción o combatamos la corrupción. Son las dos posiciones que desde hace mucho tiempo se vienen manteniendo.

Desde mi punto de vista insisto: es incompatible que una democracia pueda beneficiarse de comportamientos ilícitos. El liderazgo político, el liderazgo social, conlleva una carga de confianza hacia el ciudadano. Es decir, el ciudadano necesita confiar en los líderes políticos que le representan. Cuando se le enseña o se transmite a los ciudadanos que todo vale, que no importa, que lo trascendente es que no te pillen, no es meter la mano en la caja sino que no sepan que la has metido, todo eso es una filosofía peligrosísima y ha sido la cultura que durante muchos años aquí en España ha existido. A determinados políticos o prohombres no se los criticaba porque se hubieran llevado el dinero, sino porque eran lo suficientemente torpes como para que les hubieran pillado y detenido. Claro, ése es un planteamiento que nos lleva adonde hemos estado una serie de años y donde hemos estado sufriendo las consecuencias de ese tipo de comportamientos corruptos consentidos que no afectaban.

En otro ámbito, el de los que creemos que la gestión pública debe estar amparada por la ética, en ese control, el de la gestión, la política es la ética de la convicción y de la responsabilidad de que el liderazgo y quienes lo ejercen tiene que ser como un espejo en el que todos nos podamos ver reflejados sin mácula de suciedad, pues claro, tenemos un problema. Tenemos un problema y es que cuando se inicia una investigación en contra de la corrupción, en contra de aquellos representantes del otro sector o de quiénes tienen una forma más laxa de interpretar esas normas, el primer aldabonazo va a ser en contra de aquellos que están perturbando ese espacio de impunidad, de los que investigan.

Entonces, cuando se penetra ese cerco, cuando se penetra ese círculo, comienzan todas las alarmas y se producen todos las descalificaciones, el ataque, el “dónde vamos a llegar”, el perjuicio a la economía, etcétera. Y realmente lo que hay que asumir es que ese ejercicio de la política debe ir de la mano de una limpieza, de una acción claramente positiva y en contra de ese tipo de comportamientos. Y el ciudadano lo debe percibir como tal, de modo que no pierda el miedo a la sanción. Porque aquí lo que ha pasado es que ya no da miedo ser corrupto porque si lo eres incluso te siguen eligiendo, te siguen celebrando, y toda la fuerza va dirigida a decir “¡Esto es una tontería!”, “¡Si el malo es el juez!”, “¡¿Cómo se atreve?!”, «¡¿Pero qué hace?!”, “Si hizo aquello, si hizo aquello… ¡Tranquilo!”, “¿Cómo puede atacar a las instituciones de esta manera? Al juez, al fiscal, a la policía, al gobierno, ¿a todo?”.

Hay unas personas que están siendo investigadas con todas las garantías, se desarrolla esa investigación, unos quedan fuera, otros quedan dentro, un juez empieza, otro continúa, ratifica sus medidas iniciales, las mismas, y a un juez se le somete a un juicio ante el Tribunal Supremo cuando otros han hecho exactamente lo mismo. Y se acota respecto de Baltasar Garzón. ¿Por qué? Pues es una pregunta que me estoy haciendo todavía. A mí se me admite la querella y se me va previsiblemente también a sentar en el banquillo porque…

Las escuchas telefónicas.

… algún instructor dice que en las intervenciones de las comunicaciones en la prisión, cuando tres de los principales responsables estaban en prisión (con ellas han intervenido conversaciones con los abogados) yo laminé el derecho de defensa, acabé con el derecho de defensa. Bien, eso no es verdad. Eso no es verdad, eso no es así. Eso es mentira. Yo ordeno la intervención a los presos, de los presos, de aquellos que tenían un auto de prisión, dictado por mí, con el conocimiento del Ministerio Fiscal y porque existían indicios de que podían utilizar a personas como enlaces para continuar la actividad delictiva y para hacer desaparecer los bienes que estaban en el extranjero y para lo cual estábamos cursando comisiones rogatorias en el extranjero.

Y precisamente porque podía haber abogados como los hubo, se establece por mí una cláusula de salvaguardia diciendo que en el caso que sean abogados se haga previniendo el Derecho de Defensa y las estrategias de defensa. Distingo perfectamente un primer punto y un segundo punto, y después se me dice que eso es una cláusula de estilo. ¿De qué? ¿De qué? ¡Que me pongan una sola resolución en la que habiéndose intervenido así se haya puesto esa cláusula! La cláusula de estilo es cuando dices lo mismo siempre y no tomas en cuenta… ¡No! Se puso específicamente por eso. Y se aplicó. Y se desarrolló. ¡Y después se me imputan hechos posteriores! Y cuando digo “¿cuál es la concreción de la violación del Derecho de Defensa?” no existe. Entonces, ¿esto qué es? Pues esto es algo que tenemos que establecer que es un prejuicio claramente establecido y que pocas posibilidades hay de defensa cuando además se te cambia el procedimiento a (…) secreto, cuando se te deniegan de nuevas diligencias y estamos otra vez en la misma situación.

ESTAR DERROTADO, SENTIRSE DERROTADO

Había un chiste de otro tiempo en que se decía que el juez iniciaba la vista con la frase: “Comienza el juicio, que pase el condenado”. Condenado no está, pero ¿se siente derrotado?

Yo no me arrepiento de nada de lo que he hecho en estos casos. He actuado de acuerdo con la Ley, he interpretado la Ley de la forma más ajustada a la corrección constitucional e internacional. Puedo defender ante quien sea esa interpretación con igual solvencia, quizás no con tantas florituras como otros establecen, porque para decir las cosas no hace falta emplear muchas palabras, sino las que corresponde, y por tanto no me puedo sentir derrotado. No, no, en absoluto: con más ganas que nunca de que se establezca cuál es la verdadera situación. Y además es que no tiene sentido. No me lo puedo permitir ni yo ni ningún juez. Si tú has aplicado las Leyes, has interpretado y ahora te encuentras en esa situación… Sí, te pueden hundir, claro, me pueden hacer perder la carrera. Sí, en ese sentido alguien puede decir que derrotado. No, mis principios y mis convicciones en lo que yo siento que es la justicia, en mi defensa por lo que creo que es justo, en la aplicación de la Ley y de las víctimas… No me van a derrotar jamás. Me pueden echar, y eso será muy doloroso, pero luego seguiré peleando y seguiré denunciando aquello que creo que debe ser denunciado y exigir que se haga desde donde esté. Desde luego yo querría que fuera desde lo que siempre ha sido mi vida, que es la Justicia…

Y ahora resulta que yo me encuentro en una situación en la que cinco de los magistrados de los siete que me van a juzgar son los que admitieron la querella, los que han resuelto los recursos contra esa admisión, los que han dado participación a todas las partes, los que han resuelto todos los recursos planteados por esas partes, los que han confirmado la decisión del juez instructor de imputarme, de abrir un procedimiento contra mí, los que me han denegado las pruebas… ¿Usted cree que me puedo sentir absuelto?

¿Y este proceso no podría tener algo de ejemplificante en el sentido de ser un moderno auto de fe, de quemar un símbolo?

Yo no sé si será eso o no, pero lo que sí quiere es acabar con un modelo de juez. No más Garzón. Además es lo que están pidiendo todo ese conjunto de medios que jalean desde la extrema derecha y desde la radicalidad y el fanatismo más absoluto. No, no, «¡Que se vaya!», «¡Que se vaya Garzón, que se vaya cuanto más lejos de España mejor!”, “mejor que desaparezca de la faz de la tierra que es pernicioso para sociedad española», en fin…

Esa frase terrible sí se ha dicho ¿no?: «Cuanto más lejos de España, mejor, Garzón», y la ha dicho el fundador de un partido conservador…

¿Quién?

Manuel Fraga

Bueno, pues mire, yo no le deseo a él que se vaya de España para nada, no, no. Yo quiero que esté en España. En España cabemos todos. Incluso los que en un momento no fueron demócratas, restringieron las leyes, persiguieron a los demócratas, no creían en la democracia… y después creyeron.

Lo veo que, sin sentirse derrotado como decía, pero sí que se ha hecho a la idea de que no va a ser juez durante un tiempo…

¿Y usted que cree, eh?

Pues…

En todo el contexto en el que estamos yo le hago la pregunta: Bueno, ¿y qué piensa? Desde fuera, ¿cómo se percibe? Y desde ahora, con la conversación conmigo, y con lo que ha leído y conoce, ¿qué percepción se tiene fuera de lo que está sucediendo?

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