‘Flop & The fall of the Mopsqueezer’

Posted on abril 4, 2011

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Flop & The Fall Of The Mopsqueezer

Flop & The Fall Of the Mopsqueezer' (Frontier Records, 1992)

Hay quien sabe desmarcarse del resto elegantemente cuando todo apunta a que será lo menos provechoso. 1989. Seattle. Flop nacieron en el lugar y en el momento adecuados para que el mundo se fijara en ellos, pero prefirieron torcer la mirada e ir a la suya. Sus señas de identidad están estampadas en “Flop & the Fall of the Mopsqueezer”. Fue el primero de sus tres únicos largos, el mejor motivo para no olvidarles nunca; un álbum de juventud imperecedera repleto de hits en paradero desconocido.

*Artículo publicado en la revista Go Mag (abril’11), sección ‘Último Clásico’.


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Hace muchos años me abrieron el coche. 34 casettes sustrajeron. Mi difunto coche tenía alerón, tapacubos blancos y dos respiraderas falsas pegadas sobre el capot. Cualquiera hubiera pensado que lo único que abundaría en la guantera de aquel bólido cutremente tuneado serían recopilatorios de “breibi guapo”, pero se equivocaría. Entre los tesoros domésticos extraviados estaba la cinta que me estrujó el corazón al entrar en el instituto. Contenía el primer álbum de la banda de Seattle que mejor esquinazo supo dar al grunge justo el año en el que éste vivió su pesadilla mediática, 1992. Flop, como su nombre indica, siempre estuvieron condenados al fracaso, aunque en su lustro de vida supieron brillar por cuenta propia. Lo que te inyectaban era una suculenta y vitamínica mezcla de power pop y punk que te hacía salir disparado de la angustia existencial con la que la industria pretendía etiquetar a todo adolescente que arrastrase sus vaqueros un milímetro más de la cuenta.

La influencia heavy les pasó por encima rozándoles levemente. Ellos bebían más de los Buzzcocks, de The Jam, de los estribillos de Hüsker Dü, del glam de The Sweet incluso, y también tenían algo dulce en sus harmonías, algo cuya raíz estaba en el pop británico de los 60, en los Zombies (a los que más tarde versionaron junto a sus colegas The Posies en un recopilatorio) y en los Kinks, que también tuvieron su particular tributo en el disco que nos atañe ahora. “Big Sky” fue uno de los 16 cortes que incluyeron en “Flop & The Fall of the Mopsqueezer”, la carta (nunca mejor dicho, cuando el título hace alusión al póquer) de presentación de un proyecto que empezó, en palabras de sus propios miembros, “como un chiste”.  El cantante de voz rugosa/esponjosa Rusty Willoughby, responsable de unas letras tan crípticas como cómico-oscuras y hoy volcado en la Americana, había finiquitado a sus neo-psicodélicos y muy recomendables Pure Joy. Bill Campbell (guitarra) dejaba atrás a The Chemistry Set y Paul Schurr (bajo) a Seers of Bavaria. Sólo faltaba el portentoso Nate Johnson a la batería. La noticia de que volvía a Seattle tras una temporada en Canadá fue lo que les impulsó a registrar su primer largo en los Egg Studio con su amigo Kurt Bloch (de la banda de punk-rock Fastbacks y The Young Fresh Fellows) como productor. Con él aparecen grabando una canción en “Hype!”, el famoso documental sobre la explosión del grunge en la ciudad esmeralda, pero cuando fue estrenado, en el 96, Flop ya se habían disuelto bajo la sombra de aquel sonido crudo.

En el fondo nunca tuvieron mucha voluntad de pasar a la acción. “& the fall of the Mopsqueezer” lo publicaron en la independiente Frontier Records por la insistencia amistosa. El mismo año en que salió, la española Munster Records lanzó uno de sus únicos cinco singles: “We are you”, que además de contar con un bonito desplegable, añadía a las cuatro canciones más emblemáticas del álbum («I Told A Lie»«Anne»«Tomato Paste”, tres ejemplos de lo pletóricos que pueden sonar en los primeros ocho minutos del disco, y la mejor muestra de cuánto valía su lado más melancólico, «Hello»,) otra inédita, «Doll”.

Después de aquello, Epic, subsidiaria de la multinacional Sony, les fichó para que lanzaran su segundo trabajo, “Whenever you’re ready” (1993), que produciría el legendario Martin Rushent (Buzzcocks, XTC, Stranglers). Pero ni ellos estaban preparados para formar parte de un negocio así, ni Epic vio dónde rascar, así que les botó tras su gira de presentación. Sacarían un álbum más, “World of Today” (Frontier Records, 1995) y ahí acabaría su fugaz historia. Hoy, casi 20 años después de que “& the Fall of the Mopsqueezer” se gestase, no paro de pensar en quienquiera que fuese que me mangara esa cinta grabada. Le imagino a 110 en un coche frustradamente empepinado, escuchando “Hello” o la preciosa “Sister Smile” al máximo, haciendo redobles sobre el volante e hinchándose de alegría por dentro. Le he perdonado porque me gusta pensar que le hice un favor, el favor de descubrirle un disco que mereció mucha más atención de la que jamás tuvo, y porque compartir, claro, es vivir.

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Posted in: Música, Reportajes