Gatunos: Best Coast, Kozelek, Soseki…

Posted on enero 19, 2011

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Hace poco fui a ver a una de las bandas más comentadas del momento, Best Coast. Hoy ha salido su nuevo video, y a raíz de él me ha dado por comentaros que…

…lo curioso es que el tema de conversación en la mayoría de sitios de internet en los que se habla de ellos no es sólo su música o esa nueva hornada de chicas lo fi de la que son su cabeza más visible, sino el gato de la cantante del grupo, llamado Snacks. Cíñete a las curiosidades y déjate de chorradas, sí señor: eso sí que es seguir el Keep It Simple Stupid… ¿El comienzo? Una frase ya célebre: «desearía que mi gato pudiera hablar», que aparece en Goodbye, una de las canciones de su álbum de debut, Crazy for you, nombrado en muchas de las listas de lo mejor de este año 2010 que se nos acaba de escapar corriendo.

En su portada aparece por supuesto el dichoso bicho, quien a estas alturas ya tiene incluso una cuenta de twitter en la que va dejando mensajes, cada vez que se van de gira, a sus padres postizos (Cosentino y el cantante de Wavves, que al parecer le cepilla el pelo muy bien) y a su compañera de hogar olvidada por la farándula animal, Chloe. Igual yo no tenía el día, y mira que el disco de Best Coast lleva tiempo poniéndome de buen humor con su regustillo surfero a lo cincuentas, qué puedo decir, pero lo que oí aquel viernes en la Razz estaba tan lejos del lo fi chicloso que predican que el concierto se me hizo muy muy cansino, y salí de allí con un eufemismo rebotándome dentro del cráneo: resultón-vale-resultón-vale-resultón-vale…

…Resultón. Sonaba tan empaquetado como cuando ves por primera vez a Green Day en un palacio de deportes y entiendes que alguien les ha soplado la fórmula de la cocacola y se les ha ido la mano con la sacarina. Me sorprende menos, mucho menos ahora, saber que Cosentino es fan de Courtney Love… (no tiene nada de malo, ¿eh? Pero ese quejido rasgado tan calculado al final de cada sílaba de su directo me puso nerviosa desde el comienzo). Me quedaré pues con ese punto guarrete de su tan contagioso disco y con su encantadora sinceridad simple y ñoña, para qué pedir más. Mira que iba ilusionada… El caso es que el día que acabó el año me levanté y ponían en la radio el concierto que dieron al día siguiente (el 18 de diciembre) en Madrid, aquél en el que por lo visto Bethany Cosentino lloró por primera vez de emoción sobre las tablas. Y nada, pensé exactamente lo mismo lo mismo, con lo que no, yo no tenía el día aquél día 17. Yo lo que soy es un poco inaguantable cuando me pongo criticona y ya está. De hecho, el vídeoclip de Best Coast, que si habéis clicado en él veréis que se ha estrenado en exclusiva en el blog de la comunidad pirrada por hacer lolcats de forma compulsiva I Can Has Cheezburguer?, también me parece un muermo, por mucha coña marihuanera que incluya… Estoy inaguantable, como digo.

Buah, sigo: como hoy me quiero poner a hablar de «curiosidades» y el tema del gato me gusta [no voy a negar que yo, como poseedora de dos felinos -bueno, más bien me poseen ellos ya a mí–, nunca haya querido con todas mis fuerzas que hablasen para decir si las quince bolas decorativas de bufanda que se habían tragado les estaban machacando los intestinos, o si el pienso orgánico era una mierda para gatos pijos], voy a tirar un poco del hilo. Hace unos meses fui a otro concierto: el del otrora cantante de Red House Painters, Mark Kozelek, hoy activo artísticamente como Sun Kil Moon. QUe lleva las riendas de todo es bastante visible en su último trabajo, el fenomenal Admiral Fell Promises, porque vuelve a ceñirse únicamente a sus arpegios clásicos y su voz etérea de tardes oscuras.

Como digo, fui a verle al Helio. Antes del concierto eché un cable grabando el sonido de una canción en directo para un vídeo (en cuanto lo editen lo pongo), y en el rato tonto de espera me puse a mirar el libro que el propio Kozelek vendía en la mesita de la entrada. Noches de Tránsito es el título con el que se ha inaugurado la colección Los Libros del Señor James, de la editorial Eclipsados. En él están recogidas todas las letras de sus canciones desde que empezó a componer como Red House Painters. Lo curioso de este asunto, eso por lo que he querido incluir esto aquí, es que abrí el libro y me encontré lo siguiente:


Leo y Luna

Resbalan por el suelo de madera encerado,

hacen pedazos las cortinas y rayan la puerta,

rompen las lámparas y derraman bebidas,

tan temerarios como Leon Spinks,

Luna Luna

Leo Leo Leo

Merodean como harían unos bandidos asustadizos,

me arañan en la cara y no me dejan dormir,

dejan el sitio como una leonera,

algún día pillaré a esos dos.

Luna Luna

Leo Leo Leo

(Mark Kozelek – Leo & Luna No conocía esta canción. Luego descubrí que pertenece a un recopilatorio del sello Paper Bag See You on the Moon! Songs for Kids of All Ages, en el que le invitaron a participar a Kozelek en 2006 con una canción inédita que firmó con su propio nombra. Es una más de esas iniciativas pensadas inicialmente para niños que acaban atrayendo a todos)

 

Estaba claro que Kozelek hablaba de sus gatos, y yo lo acababa de ver ahí cantando en un bar vacío, tan serio y sombrío en negro funeral, que me sorpredió que un tipo así dedicara canciones tan tiernas como ésta a sus revoltosas mascotas. Al lado estaba el traductor, Ezequiel Martínez Llorente, quien me comentó que tenía varias letras dedicadas a sus gatos. Apareció Kozelek y le dije que quería uno de sus libro, que la casualidad de abrir uno por aquella página había sido toda una señal ya que hacía una semana que tenía a dos trastos de gatos poniéndome la casa patas arriba (una experiencia totalmente nueva en mi vida de ser humano). En cuanto le dije eso, se le cambió la cara. «¿Tienes gatos? ¿Sí?» . Me rebajó tanto el lote que acabé comprando dos discos y el libro, con el que por cierto también regalan un CD con canciones grabadas en algunos de sus conciertos españoles. La verdad es que el colegueo que se da entre dueños de gatos, eso de poder pasar horas hablando de mil bobadas relacionadas con si son huraños o no, sus uñas, su pelo, sus maullidos, la tierra y demás, me llegaba a desesperar antes. Cuando vivía en Manchester solía pasar cada día por una calle de casas bajas habitadas por señoras aparentemente muy serias y educadas y dueñas de gatos. Muchas, muchísimas, ponían en sus ventanas motivos decorativos relacionados con ellos, y me parecía una estupidez enorme, terriblemente cursi, viejuna. Me ponía de mal humor (no era por ser perruna, era el mal tiempo, que ya iba haciendo estragos…). Es un fenómeno extraño esto del club de amigos del gato… En internet también es para cagarse, y si no, pasaros por este blog en el que aparecen todos los famosos de la literatura, la música y el cine que te puedas imaginar acompañados por una bestia bigotuda de rabo largo con ganas de que le acaricien (hey, esas mentes retorcidas…). No tiene fin. Y no os cuento cuando encontré el water para felinos con tierra autolavada. Entonces pensé que estamos muy mal los humanos… Tanto como para que nazca un nuevo grupo de dub retorcido bajo el título de We Love Cats y dediquen su primer trabajo, claro está, a sus adorados seres con frases todavía más dignas que las de Cosentino, o para que Devo, al sacar su último álbum, otorguen carácter de críticos musicales a un grupo de felinos inducidos como estrategia de marketing. Ahí lo tenéis, una forma más de aburrir a unos pobres animalitos:

 

O para que un gato como éste, cada vez que alguien se mete un batacazo haciéndole la competencia al niño más tonto del mundo, tenga más popularidad que Garfield:

O para que gatos con cara de manga protagonicen escenas de terror como ésta

… o de harmonía, tranquilidad e higiene como ésta:

Retomando el tema de Kozelek, que tiene más chicha, os diré que si te lees detenidamente sus letras te das cuenta de lo curioso que es que un trovador posmoderno como él esté obsesionado por dos cosas casi antagónicas en cuanto a ternura se refiere: el boxeo (de ahí el nombre de Sun Kil Moon y un montón de canciones geniales) y los gatos. También habla mucho de la triste sensación que provoca estar en continua lejanía de un hogar destartalado, viajando por ciudades impersonales como si de gasolineras se tratasen; de sueños frustrados, de amistades añejas, de incertidumbre futurista y de amores perdidos. Kozelek le dedica el libro a uno de sus amores dejados atrás, y se me parte el alma al conocer la historia. Se trata de Katy, la que fuera su novia durante muchos años y a la que dedicó la canción que para mí resume mejor lo que fueron Red House Painters: Katy Song.

Como explica el autor en el prólogo de la segunda edición, nueve meses después de que escribiera el de la primera Katy murió a sus jóvenes 35 años, dos meses después de que se le diagnosticara un cáncer. «Si existe una cosa tal como las almas gemelas, ella fue la mía. Katy supuso un torrente de inspiración para mí, y fue, y será siempre, mi mayor musa», explica. Cuando Katy falleció Kozelek se volvió a llevar a su casa a Thumper, el gato que ambos habían compartido cuando aún estaban juntos. A él le dedicó otra canción gatuna que cuenta cómo perdió su pata:  Red House Painters – Three-Legged Cat

Gato de tres patas

Ella dormía cuando me acerqué cojeando a la cama,

con una mano sangrante y rota le di un arañazo en la cabeza,

el espejo se me ha caído encima, gimoteé,

pero no ha sido culpa mía, mentí.

Toda mi vida he sido un gato gordo y neurótico,

y ahora me he quedado en un gato de tres patas.

El médico dice que tendremos que amputarla,

así que me he quedado en un gato de tres patas.

Un gato de tres patas.

 

En un gato gordo y neurótico al que nadie se ha dignado a ponerle nombre pienso cuando leo el último libro que me he comprado, que por supuesto no podía tener otro título que, tachán… Soy un gato. No, en serio, no estoy obsesionada. Sólo me dejé llevar por lo que pensé que era otra señal. Sabía que era una apuesta segura porque me había leído dos obras más de su autor, el japonés Natsume Soseki: Botcham, un clásico que en España se ha encargado de dar a conocer la pequeña y ejemplar editorial Impedimenta y que no dejaré de recomendar jamás por las carcajadas inesperadas que me ha sacado, y Sanshiro, que es mucho menos bebible de sopetón pero que no está mal. Llevo pocas páginas, pero ya voy viendo por dónde irá y quiero seguir. El protagonista peludo avisa al comienzo de esta historia: «Yo me conformo con vivir el día a día. Cuantos menos sobresaltos, mejor. Pero les juro que los humanos no se saldrán con la suya eternamente. Tenemos que ser pacientes. Llegará un día, y espero que no tarde mucho, en que los gatos dominaremos el mundo». En fin, el otro día me dijeron que salió por la tele un documental sobre gatos de la BBC. Lo voy a buscar a ver si hay algo de qué asustarse. En lo que mi lectura se refiere, aunque haya leído alguna mala crítica por ahí no pienso rendirme. Para leer a este hombre hay que tomárselo con mucha calma y saber disfrutar de las cosas sencillas como si fueran haykus.

Y hablando de libros, ¿queréis saber cuál es el último que me han regalado? Esto ya parece coña, pero no es otra cosa que un manual que me viene al pelo a propósito de la canción de Beast Coast: Conversar con tu gato. Aprende a interpretar el lenguaje oral y corporal de tu gato y a comprender sus pautas de comportamiento. ¡¡¡Noooooooooo!!! Cuando abrí el paquete no me lo podía creer. En el libro, una señora llamada J. Anne Helgren te enseña a domesticar a tu gato paso a paso, sí, y ojo con lo que cuenta:

«Contrariamente a la opinión popular, los gatos no son demasiado independientes o reacios a ser entrenados; lo cierto es que los gatos pueden ser entrenados igual que los perros». Bueno, igual igual no, porque… «los perros responden a la lealtad de la manada y por eso es mucho más fácil entrenar a perros que a gatos. Una vez que usted se establezca como el jefe de la manada, el perro deseará sinceramente complacerle y obedecerle. Así es como funciona su sociedad. Los gatos, en cambio, no responden a la lealtad de la manada, de modo que establecerse usted como un gato dominante no le llevará a ninguna parte. La corrección autoritaria y el refuerzo negativo no tienen cabida en el entrenamiento de un gato».

Mi hermano debió soñar que esbribiría este post, o igual es que pretendía cachondearse un poco más de mí insistiendo en que esto de tener mascotas que se arrullan en tu regazo es el primer síntoma antes de atreverte a tener hijos. Pero ¿cómo le explico yo a él que esto de tener gatos es casi como creer en una filosofía aparte? Igual si le hace caso a alguno de estos tipos…

– ‎»Existen dos medios de refugio de las miserias de la vida: la música y los gatos». Albert Schweitzer

‎- «El hombre es civilizado en la medida en que comprende a un gato». G. Bernard Shaw

– «Mi gato nunca se ríe o se lamenta, siempre está razonando». Miguel de Unamuno

– «De todas las criaturas divinas, existe sólo una que no pueda ser esclava de la cadena. Esa criatura es el gato. Si el hombre pudiera cruzarse con el gato esto mejoraría al hombre, pero deterioraría al gato». Mark Twain

– «Me gustaría que mi escritura fuera tan misteriosa como un gato». Edgar Allan Poe

– «Si uno quiere ser novelista psicológico y escribir sobre los seres humanos, lo mejor que puede hacer es convivir con un par de gatos». Aldous Huxley

– «Dios hizo al gato para ofrecer al hombre el placer de acariciar a un tigre». Victor Hugo

– «Los gatos poseen una absoluta honradez emocional. Los seres humanos, por una u otra razón, pueden ocultar sus sentimientos, pero un gato nunca lo hace». Ernest Hemingway

– «El gato posee belleza sin vanidad, fuerza sin insolencia, coraje sin ferocidad, todas las virtudes del hombre sin sus vicios» Lord Byron

– «Respetar a un gato es el principio del sentido estético» Erasmus Darwin

– «Prefiero los gatos a los perros, porque no hay gatos policía». Jean Cocteau

Vale, a más de uno se le fue la pinza… Y a mí creo que hace un rato que se me fue también, así que voy a acabar esta indigestión gatuna con una batería de tres vídeos que espero que os gusten:

una canción donde el gato que actúa sí que es toda una rock star, no como Snack (tanto sponsor, tanto sponsor…). Por cierto, el vídeo casero de Challenger con el dedo personalizado gana puntos viendo esto:

Ya que hablamos de Malkmus, Pavement siempre dijeron estar muy influidos por el Dunedin Sound neozelandés de los 80. Una de sus bandas más destacadas fue Look Blue Go Purple, y ésta es una de sus joyas. El cactus cat es una especie de animal de leyenda con pinta de lince que se bebía el líquido fermentado de las plantas punzantes y se cogía unos colocones nocturnos tremendos:

-También un gato negro es el protagonista de esta canción de Broadcast. La noticia de la muerte por complicaciones de una neumonía de su cantante, Trish Keenan, me ha dejado helada. Sucedió el viernes pasado. La suya era sin duda una de las bandas que más ganas tenía de ver en el próximo Primavera Sound después de perdérmelos en el Sónar 2010. Ya no habrá más oportunidades. La ruleta puta.


Eso es todo, amigos. Espero que hayáis pasado un buen rato escuchando cancionesy mirando chorradas gatunas. Mucho cuidado que atrapan y nunca terminan. Están ahí en la red, esperando todos ellos a que pinches en un recuadro específico para echarte las zarpas encima. Por algo insiste este video, el más chorra de todos, en cuál es el principal componente de la herramienta más global que existe. La invasión ha comenzado, desde luego que sí.

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